sábado, 12 de abril de 2008

Chile y la Misión Naval en Punta de Piedra, ¿Intervención en el conflicto limítrofe ecuatoriano-peruano de 1910.

Continuando con la historia de la Misión Naval Chilena en Ecuador a principios del siglo XX, luego de haber expuesto la transferencia fallida a Ecuador de los cazatorpederos chilenos Condell y Lynch en septiembre de 1907, toca ver en esta entrada la venta de armas que efectuó Chile a Ecuador en el año 1910 y la organización y ampliación del Fuerte “Punta de Piedra” realizada por la Misión Chilena cuando la tensión por el arbitraje del Rey de España tenía a Ecuador y Perú al borde de la guerra. La fuente, es el mismo libro ecuatoriano citado en la entrada anterior, titulado “La Armada del Siglo XX”, del Dr. Octavio Latorre Tapia.

A continuación los fragmentos del libro referido que narran los preparativos de defensa que se vio obligado a realizar Ecuador ante una posible invasión peruana a su territorio, para lo cual convirtió a Punta de Piedra en una Batería de Costa con el objetivo de proteger el acceso a Guayaquil. (Las frases subrayadas o ennegrecidas, no son original del texto citado).


LA CRISIS INTERNACIONAL DE 1910

La pequeña fuerza naval entró en febril actividad, ante el peligro de un conflicto bélico con el Perú, por el fracaso del arbitraje del Rey de España.

Las maniobras internacionales, principalmente de Colombia, llevaron al Ecuador a desconocer el Laudo Real, aún antes de ser promulgado, pues se sospechaba que iba a ser contrario a las aspiraciones del Ecuador. El grito “Tumbes, Marañón o la Guerra” levantó el espíritu nacional y el País entero se dispuso a tomar las armas en defensa de sus derechos. La Nación se movilizó, se compraron armas modernas, se fortificaron las fronteras meridionales y toda la población acepto el estado de guerra. Lógicamente la provincia de El Oro iba a ser el eje de concentración de tropas, pero carecía de vías de comunicación en forma casi absoluta. Cómo sostener una guerra en la frontera sur, en tales circunstancias?. Quedaba, naturalmente, la vía marítima, era y por lo mismo, la hora de la Armada.

En previsión de un conflicto, se había puesto los ojos en Punta de Piedra, como un punto clave en la defensa del Puerto de Guayaquil. Los propietarios de la Hacienda la Josefina (Fam. Rodríguez) dió en préstamo perpetuo el área.

Chile vendió gran cantidad de armas de todo calibre, que fueron embarcadas en el vapor “Mayuin” en 731 bultos en febrero de 1910. Estas compras, indudablemente costosas, sirvieron para fortalecer la defensa y equipar al Ejército y a la Marina.

Punta de Piedra fue convertida en Batería de Costa. Se completaron sus fortificaciones con ocho cañones Amstrong de 120 milímetros en emplazamientos distribuidos en la colina Punta de Piedra y Cerro Atahualpa que dominaban el río, además de otros cañones de menor calibre. Se pensó también en una segunda batería en el Estero Salado, con los cañones descartados y que resultaban muy pesados para desplazarlos a otros frentes.

Los buques fueron alistados para cualquier eventualidad, sobretodo para el transporte de tropas y servicio logístico. El Caza-Torpedero “Bolívar” debía estar con sus calderas a presión y listo para zarpar en cuarto de hora, para trasladar al Presidente Alfaro al frente de la Batalla en El Oro. Efectivamente, el Presidente Alfaro se trasladó al Oro para dirigir las tropas al viejo estilo guerrilero.

La crisis internacional de 1910 dejó una gran lección: la importancia de las comunicaciones marítimas en caso de una movilización hacia la frontera sur. Así lo reconocieron los dirigentes, en especial el Coronel Olmedo Alfaro militares ecuatorianos, que convenció al Presidente de la República sobre la necesidad de fortificar la Fuerza Naval. Comienza así una etapa corta de desarrollo de actividades y de la manifestación de un gran espíritu de un grupo de hombres, que dada la oportunidad, pudo hacer mucho.

Coincidió esta etapa con la presencia en el Ecuador, como ya se dijo, de la Misión Chilena, encabezada en su sección naval, por el Capitán de Navío Rubén Morales.

La primera preocupación de la Armada y de la Misión Chilena fue la formación de oficiales y tripulantes por medio de institutos serios y permanentes, que debían reemplazar a los “cursos prácticos” de cadetes y tripulantes, a bordo de los buques. Paralelamente a este proyecto, estaba la formación de especialistas e Ingenieros Navales. Para ello se tenía ya la base fortificada de Punta de Piedra, que se incrementó con una Escuela de Grumetes y la Escuela de Especialistas de Artillería, Minas y Torpedos.

La formación de Ingenieros Navales permitiría mantener unidades cada vez más modernas

y aún pensar en la construcción naval en un futuro lejano. Después de algunas dudas, se eligió Posorja como un sitio aceptable para la construcción de un verdadero astillero (1912).

Un conjunto de proyectos como los enunciados, podía formar una marina respetable, dentro de las posibilidades y necesidades nacionales y aun impulsar un notable desarrollo marítimo nacional; desgraciadamente, las vicisitudes políticas de 1911-12 y luego la guerra de Concha de Esmeraldas, trastornaron los planes y al final dejaron exhaustos al Gobierno, que tuvo que apelar a medidas extremas para enfrentar la crisis económica.

Con todo, esa guerra de Esmeraldas dejó la impresión de una Armada, pequeña pero bien preparada, que pudo enfrentar la situación tan difícil y salir airoso de una tradición de superación y el orgullo de haber rendido más haya de lo ordinario.

(Páginas 12 a 14).

Capítulo V

El fuerte y batería de costa de Punta de Piedra y el varadero de Posorja

SITUACIÓN GEOGRÁFICA

Es un saliente rocoso al Sur de Guayaquil y a un tercio de distancia a la ruta a Posorja. Los forman dos colinas, la mayor de las cuales se conoce con el nombre de Punta de Piedra y el segundo “Cerro Atahualpa” de 30 metros de altura y desde donde se domina el Río y las zonas adyacentes. Esta situación le ha dado un carácter estratégico para la defensa de Guayaquil y control de las vías de penetración y que fue aprovechado desde una época relativamente temprana.

PUNTA DE PIEDRA A TRAVES DE LA HISTORIA

Hay indicios de haber sido ocupada desde tiempos prehistóricos, a juzgar por los restos de cerámica y aun se ha hablado de un cementerio preincario en el área.

Durante la Colonia, Punta de Piedra fue cobrando mayor importancia conforme avanzaban los tiempos y se convirtió en un sitio fortificado para la defensa de Guayaquil contra los piratas. Es difícil, según el estado de las investigaciones, saber cuándo se iniciaron aquellas fortificaciones.

(...)

Durante el Siglo 18, Punta de Piedra es definitivamente un FUERTE destinado a la defensa de Guayaquil.

(...)

Al iniciarse el Siglo 19, Punta de Piedra fue usado como prisión según Chávez. Con todo, en 1816, el “Fuerte de San Carlos” de Punta de Piedra, se enfrenta a la expedición corsaria de Brown contra Guayaquil y aunque la resistencia es relativamente corta, es quizás la única vez en que el Fuerte fue utilizado como tal, en una acción bélica.

En tiempos de García Moreno se pensaba reconstruir el Fuerte, después de la experiencia amarga de la ocupación de Guayaquil por el Mariscal Castilla, pero no se llegó a nada concreto. Todavía queda un cañón de bronce en la Zona, como testimonio.

La preocupación de un posible enfrentamiento con el Perú a raíz del Arbitraje del Rey de España (1908) llevó a una ocupación permanente de la Zona y a fortificarla con medios modernos. Efectivamente el 16 de agosto de 1909 se firma la “Escritura de préstamo gratuito” de la familia Rodríguez, propietaria de la hacienda “La Josefina” y el Supremo Gobierno, para levantar una fortificación y mantener allí tropa necesaria para su servicio.

Este préstamo o “Comodato” fue el comienzo de una época de expansión y crecimiento no sólo de la zona sino también de la Armada, que puso allí su base más importante. Los temores de un fallo adverso se fueron incrementando y al desconocerse el “Laudo real” en 1910, los dos países Ecuador y Perú, estuvieron al borde la guerra. El Ecuador compró armas para el Ejercito y para las Fortificaciones de la Batería de Costa de Punta de Piedra y 8 cañones Armstrong, modelo 1891, de 120 mm. fueron instalados alrededor del cerro Punta de Piedra y dos en el “Cerro Atahualpa”, rodeados de parapetos de piedra, además de otras obras de defensa y cañones de menor calibre.

Casi todo el material fue comprado a Chile y llegaron en 731 bultos desde Talcahuano a Guayaquil, a bordo del vapor “Mayuin”.

El establecimiento de la Base de Punta de Piedra sirvió también para el mantenimiento de las Unidades en forma más cuidadosa, gracias a los Ingenieros Navales y Mecánicos que iban aumentando. El Caza-Torpedero Libertador Bolívar fue alistado para zarpar en corto tiempo con el Presidente Alfaro, si la situación internacional lo pidiera.

La tensión internacional y la Misión Chilena que fue incrementada con nuevos elementos muy capaces, convirtieron a Punta de Piedra en un centro de notable actividad en los dos años siguientes. El Jefe de Punta de Piedra es nombrado el Capitán de Fragata Oscar Ferrari (chileno), que dirige los trabajos de organización y ampliación. En Quito se encarga de impulsar los proyectos de la Escuela Naval y Organización General de la Armada, el Comandante Rubén Morales (chileno), desde el Departamento de Marina del Ministerio de Guerra y Marina. Desde ese puesto lanzará el proyecto de convertir a Punta de Piedra en Escuela de Grumetes y luego en Escuela de Especialidades de Artillería, Minas y Torpedos.

Según el Inspector de fortificaciones M.A. Rojas, el fuerte constaba de tres baterias:

Batería Alta.

Batería Baja.

Batería China (Cerro Atahualpa).

Una lancha plana con cañones de 76 mm.

El año de 1911 es el de máxima expansión, pues se funda la Escuela de Grumetes y de Especialidades, de Artillería, Minas y Torpedos. Llegan especialistas y otros contratados por la Misión de Chile para dirigir y entrenar a los cursos que se abren en Punta de Piedra, no solamente para la Marina, sino también para el Ejército. Los contratados chilenos fueron numerosos, excesivamente numerosos, al parecer, pues llegaron hasta marineros y mozos, a costa del Gobierno. Sin embargo, como norma general, fueron muy valiosos y algunos de ellos permanecieron por muchos años y aún indefinidamente entre nosotros. Baste decir, además de Oscar Ferrari, a Helí Núñez, Ingeniero Antonio Capovilla (austriaco de origen, técnico torpedista), el Ingeniero R. Espíndola, el condestable Lizardo del Río (especialista en minas), Yávar... los cuatro últimos se quedaron en el Ecuador y Lizardo del Río, se identificó tanto con el Fuerte que vivió en la base por muchos años, aun después de haber desaparecido las Escuelas.

Con la fundación de las Escuelas (Grumetes y Especialidades) se construyeron instalaciones para gran número de gente, que a momentos debió pasar de 200 hombres, pues allá iban también artilleros y personal del Ejército. Lastimosamente, las instalaciones eran todas de madera y canchones de material muy delesnable y de ellas no ha quedado ninguna.

El Fuerte, a momentos, fue considerado como una base mixta, de Marina y Ejército, no sólo por la dependencia de la Marina al Ejército, sino también porque la defensa de costas podía considerarse una función de las fuerzas de tierra. Eso explica que después de 1912, la Batería de Punta de Piedra esta mandada casi constantemente por Oficiales de la Fuerza Terrestre.

El Fuerte es también utilizado como depósito de municiones, material de guerra y aún como bodega de pólvora y explosivos de los almacenes de Guayaquil.

En julio de 1911 el Comandante Rubén Morales propone la construcción en Punta de Piedra de un “astillero-varadero” para la atención y reparación de los buques de la Armada y de otras naves nacionales y extranjeras. El proyecto se realizó pero no en Punta de Piedra, sino en Posorja, después de algunas dudas sobre la mejor localización en que se barajaron sitios como los dichos y algunos en la Puná. El mismo año propone el Comandante Morales una segunda batería con antiguos cañones Skoda, descargados del Fuerte Santa Ana, y apuntando al Estero Salado, para la eventualidad de un ataque por ese sector. No se llegó a realizar.

(Páginas 49 a 52)


CLAUSURA DE LAS ESCUELAS DE PUNTA DE PIEDRA (1912)

Las esperanzas puestas en Punta de Piedra no llegaron a realizarse por varias razones. En primer lugar, por la situación política de los años 1911 y 12 que supuso grandes gastos, afectó a la estabilidad del gobierno y desorganizó al personal. La caída, revolución y muerte de los Alfaro, dejó una huella muy grande en la marcha o liquidación de los programas y en relevo de personas que conducían o respaldaban los mismos. Punta de Piedra llegó a ser considerada como una base que podía pesar en la confrontación de fuerzas de un movimiento revolucionario.

(...)

El mantenimiento de Punta de Piedra resultaba, al mismo tiempo, muy oneroso y molesto, pues todo tenía que llevarse de Guayaquil, incluido el combustible, alimentos y agua. Debía mantenerse un servicio contínuo de lanchas y el daño de ellas ponía a la base en situación de desesperación. Finalmente y sin ser la causa menor, el clima de la zona era y sigue siendo malsano. Rodeado de terrenos pantanosos, las nubes de mosquitos hacían terriblemente difíciles las actividades normales, sobre todo a la noche. La zona no estaba saneada y el paludismo y aun la fiebre amarilla, no habían desaparecido; las comunicaciones de los Comandantes del Fuerte están llenos de anuncios sobre enfermos que tienen que trasladarse al hospital de Guayaquil (el mismo Comandante Ferrari cayó enfermo de fiebre amarilla en 1912).

Las dos Escuelas de Punta de Piedra se clausuraron a sugerencia del mismo Comandante Morales, como él mismo explica en comunicación del 12 de julio de 1912, al Ministerio de Guerra y Marina.

La Escuela de Especialidades que funciona desde el año pasado en el Fuerte de ‘Punta de Piedra’ no ha dado resultados del todo satisfactorio, tanto por el clima, el más insalubre y malsano de toda la costa, como por las vicisitudes políticas en que se ha encontrado el país. Además no habiéndose incrementado el poder naval, ni en una sola unidad, casi no tiene objeto preparar y especializar en esta forma el personal de baja fuerza de la Armada

Cada uno de los buques actuales, puede realizarlo a medida de sus necesidades y sin mayores gastos para el Erario”.

De acuerdo con estas consideraciones, me es honroso proponer a su resolución, suprimir a contar del 31 de agosto próximo, la ‘Escuela de Especialista en Artillería, Minas y Torpedos’, creando en su reemplazo, para atención del Fuerte y valioso material que en él existe, una Batería de Costa que dependería de la Tercera Zona Militar, en la misma forma que los buques de guerra y cuyo personal será el siguiente:... . Total: 67 personas de Capitán a paje”.

Mientras la Armada no cuente con personal superior abundante y las necesidades del servicio a bordo no permitan destinar a esta repartición Jefes y Oficiales de la Armada, será forzoso reemplazarlos por los de grado equivalente del Ejército”.

(Páginas 52 a 54)


DECADENCIA DE PUNTA DE PIEDRA

De esta manera, el Fuerte Punta de Piedra inició su decadencia paulatina. Siguió manteniendo cierta importancia como “Batería de Costa” y base de entrenamiento del personal de la Armada y del Ejército, sobre todo durante la campaña de Esmeraldas; pero desde 1912, las actividades de la Armada se trasladaron poco a poco a Guayaquil.

Durante la citada campaña, personal de la base colaboró en el mantenimiento de las unidades, reparación y depósito de material de guerra. El Fuerte en su mejor época debió ser un nido de cañones del más diverso calibre, por más que muchos de ellos eran de un tipo anticuado. El informe más completo del que disponemos data de 1915 y suponemos que en ese año se conservaba prácticamente todo lo que se instaló en 1910. El informe del Capitán Ferraro dice así: “Artillería Naval: Existen 10 cañones Armstrong de 120 mm. modelo 1891. 8 de ellos se encuentran montados en bases sólidas y dos sin emplazar. Todo el material en buen estado. Una batería Armstrong de 76mm. compuesta de 4 piezas en mal estado, faltan piezas indispensables. Existen dos cañones Maxim Nordenfeir de 57 mm. y dos Hotchkiss de 47 mm. con sus respectivos montajes y en buen estado”.

Artillería de campaña: Dos baterías de 4 piezas cada una de sistema Krupp de 7.85 mm. modelo 1900 y otra Armstrong de 63.5 modelo 1870. Esta artillería es ya muy anticuada y en desuso... sólo sirve para la instrucción del personal”.

Para responder al fin que fue creado, es necesario se dote de cañones más modernos y de mayor alcance; cualquier crucero moderno tiene cañones de mayor poder que los nuestros. En caso de guerra, un buque enemigo...¿? inutilizar el Fuerte, sin recibir el mayor daño y pasar tranquilamente a Guayaquil...”.

Instalaciones: Casa de Oficiales: construcción muy antigua y no ofrece comodidad. Casa de tripulación, se haya inconclusa, aunque relativamente nueva. Es espaciosa aunque sin comodidades”.

Galpones: Hay tres galpones, uno grande y dos chicos, para la planta eléctrica y material de artillería y minas submarinas, son inadecuadas e incomodas, no son galpones sino simples ramadas”.

El personal en este tiempo era de 64 personas de jefe a mozo. El 22 de noviembre de 1915 se produjo un fuerte incendio con la pérdida de gran parte del material y daños en los cañones guardados en los galpones. Varios cañones perdieron el temple original y tuvieron que ser descartados.

Como se dijo antes, la campaña de Esmeraldas obligó a concentrar en Punta de Piedra el entrenamiento rápido de algunas especialidades, sobre todo, artillería.

El Jefe de la Batería de Costa informaba el 1º de junio de 1916 que el personal en formación de artillería llegaba a 160 hombres, la mayoría de ellos, naturalmente, pertenecían al Ejército, pues la Marina tenia casi todos sus hombres ocupados en los buques en la campaña de Esmeraldas.

En 1918, a raíz de la pérdida del Guardacostas “Patria” en que encalló en la Josefina, en las inmediaciones de Punta de Piedra, se convierta ésta en el centro de las actividades de los esfuerzos de rescate. Cuando se abandonó todo esperanza de recuperar la nave, el Fuerte o la Batería, como también se la llamaba, vuelve a reducirse cada vez más. El Jefe de la Batería informaba el 1º de abril de 1922 que la dotación estaba compuesta de 25 hombres: 5 oficiales y 20 marineros segundos.

Punta de Piedra se iba convirtiendo más bien en algo histórico que en una verdadera Batería de defensa de costa. Con todo, en 1924 hubo un intento de darle nueva vida: Se refaccionaron y se buscó la forma de darle más importancia en el plan de “defensa de costa” o de artillería de costa. El informe del Comandante Manuel Cevallos es optimista. El estado general es inmejorable: se ha reparado la casa de Oficiales, se ha construido el muelle con rambla, se repara la casa de la marinería y de la lancha. El armamento se conservaba bien, tanto los cañones Armstrong como los Krupp con la munición en buen estado. Un curioso dato que se incluye en este informe, pero que está en el recuerdo de todos los que pasaron por aquel lugar tan duro: “se solicitan polainas para la protección del mosquito, que tanto abunda en el lugar”. Quién haya visitado la zona, sobre todo, durante el invierno, estará de acuerdo que aquel tormento, hace de Punta de Piedra uno de los sitios más inhóspitos del mundo.

Aunque esta fuera del presente estudio, vale la pena indicar los últimos años de actividad del Fuerte Punta de Piedra.

La Revolución de los Militares Jóvenes, como se la llamó a la Revolución Juliana, fue la renovación de una “esperanza” de ver a las Fuerzas Armadas mejor preparadas para la defensa. Se buscó una organización actualizada de las Fuerzas Armadas, la adquisición de nuevas unidades y revisión de la estrategia nacional. Son muy frecuentes los estudios de “organización” de la Armada, dándole mayor autonomía; se busca renovar las unidades con destructores modernos o guardacostas de uso múltiple; se revisan los planes de defensa, incluyendo las “defensas de costas”, etc. Fue la última vez que se dió importancia a Punta de Piedra como base de defensa avanzada, antes de la era de la aviación, pues ésta la iba a volver prácticamente inútil.

Entre 1927 y 1928 se examina el material de guerra de Punta de Piedra con los siguientes resultados. El Comandante Teodoro Moran M. informa en 1927 que: “los cañones de 120 mm. tienen las ánimas picadas en toda la longitud a consecuencia de los muchos disparos. Estos cañones han hecho ya el número de disparos que les señala la fabrica, por tanto, no ofrecen seguridad para usarlos con cargas máximas. La dotación del fuerte consultada en el presupuesto es de 12 hombres para el presente año, de Comandante a mozo”.

Un informe de 1928 (sin fecha) que probablemente pertenece al General Larrea Alba (Subsecretario de Guerra) que promovió muchos estudios de defensa de costa y revitalización del material de guerra, dice así, en su parte pertinente a Punta de Piedra: “El Fuerte más bien puede servir como depósito de material bélico. Su acción ofensiva al río, en línea recta, no es sino de 5.000 m. Cualquier buque enemigo puede acercarse a menor distancia, ya que el verdadero canal de entrada, está formado por la rivera derecha del río y la Isla Mondragón, el cual está en ángulo muerto”.

Personal: un oficial, un condestable y 10 de tropa, con dificultades de comunicación y abastecimiento”.

Material en buen estado, 10 cañones Armstrong de 12 cms. ocho montados y dos por emplazar; dos cañones Nordenfelt de 57 mm.; 2 cañones de 47 mm.; 12 cañones Krupp de 63.5 mm. un tubo lanza torpedos”.

En mal estado: 3 cañones Armstrong de 76 mm.; 4 cañones Krupp de 7,85 cms.; estos últimos quedarían buenos cambiando las pinas de las ruedas, pues los radios y las llantas están en buenas condiciones”.

Municiones: En buen estado: 200 granadas comunes, con sólo 34 cargas de combate de pólvora corriente; 80 ... ¿? sin carga. En mal estado: 4 torpedos shurco ; 7 Waigete ; torpedos que podrían ser compuestos en Chile, según informes del Ingeniero Inspector de máquinas, Comandante Abad. Todo el resto del material Krupp (cañones) se halla inutilizado sin una sola rueda”.

Todo el material, en buen y mal estado, se conserva en perfectas condiciones de limpieza, a pesar de hallarse la mayor parte de éste a la intemperie, lo mismo que las granadas, torpedos y armamento menor de la tropa del Fuerte. Este estado de conservación se debe al Condestable, quién con verdadero amor profesional, cuida incansablemente...”.

El Condestable, a que se refiere el informe es Lizardo del Río, uno de los técnicos chilenos que se quedaron en el Ecuador e hizo de Punta de Piedra el centro de sus actividades.

El mismo año de 1928, se hacen las pruebas minuciosas de los diversos cañones del Fuerte. El Comandante J. Constante informa detalladamente de los resultados de los 14 cañones emplazados y de los 11 tubos de diversos cañones.

Es seguramente la última prueba intensa de los cañones del Fuerte, antes de empezar a considerarlos simples “piezas de museo”.

Para quien visita Punta de Piedra en la actualidad, todavía impresionan los cañones Armstrong de 120 mm. emplazados en las mismas condiciones que en 1910. Allí deben quedar, pero venerados como un esfuerzo nacional para defender la soberanía nacional. Nunca fueron utilizados contra el invasor, pero allí estuvieron listos para bloquear todo intento.

(Páginas 54 a 58).


COMPLEMETACIÓN:

Crisis con Perú: Efectivamente como relata el libro, el Presidente Eloy Alfaro se embarcó en el Cazatorpedero “Libertador Bolívar” para dirigirse a la provincia de El Oro para encabezar personalmente la defensa a la invasión peruana como quedo registrado en la fotografía que sigue, sacada de la Web Nacionalista Ecuatoriana.

Más información acerca de la crisis en “El cuasi conflicto armado ecuatoriano-peruano de 1910” de la Web nacionalista Ecuatoriana.


Punta de Piedra hoy:
Pese a que he buscado, prácticamente no existe información en Internet sobre lo que hoy es Punta de Piedra, salvo una pequeña nota en la Web “El río Guayas. Miradas profundas”. Lamentablemente descubrí que la otrora batería de costa que se preparó con tanto esfuerzo en Punta de Piedra para detener una posible invasión peruana en 1910 ha quedado en el más absoluto abandono. Sólo habitan don Paulino Ramón Riesco –de 78 años y 11 hijos-, su esposa Eva y dos nietos, en una vivienda facilitada por la Armada, la que cada 8 días pasa a dejarles algunos víveres. No obstante el notable abandono en que se encuentra la pareja, don Paulino señala; “le agradezco al Río Guayas y a la Armada por habernos dado sustento todos estos años”, y todos los días -en un gesto que sobrecoge-, don Paulino se da maña para izar la Bandera de Ecuador en medio de la soledad que hoy inundada a Punta de Piedra, y que como expresa la nota; “la primera visión que tiene el forastero es la de un viejo faro y una Bandera del Ecuador –que ya tiene sus remiendos- izada en un mástil prehistórico”.

Leer nota completa: “El Río Guayas miradas profundas”.


COMENTARIOS:

1. Teniendo presente que Chile vendió armamento a Ecuador en 1905, que tuvo la intención de transferirle tres cazatorpederos en 1907, concretándose el traspaso de uno sólo, y que le vendió nuevamente armamento (cañones) en 1910 y que además, la Misión Chilena organizó las Baterías de Costa de Punta de Piedra, en momentos en que Ecuador y Perú tenían sometidas sus cuestiones territoriales a un tenso arbitraje con el Rey de España que los tenía al borde de la guerra, resulta del todo evidente la intervención de Chile en favor de Ecuador. Ahora, cuales habrían sido las razones que se tuvo para vender armamento y enviar una misión naval a Ecuador en pleno desarrollo del conflicto limítrofe, las desconozco. Cabe recordar que en aquellos tiempos la cuestión por la soberanía de Tacna y Arica aún estaba pendiente.

2. De haber estallado la guerra entre Ecuador y Perú, es muy probable que hubieran tomado parte de las acciones bélicas los chilenos que formaban parte de la Misión Naval en Ecuador, puesto que como reseña el libro, en Punta de Piedra eran “excesivamente numerosos” y habían desde “marineros a mozos”, es decir, el personal de la Misión Chilena no estuvo limitado solo a instructores. Cabe recordar también que cuando estallo la Guerra de Esmeraldas, el cazatorpedero Libertador Bolívar, único buque de guerra propiamente tal de la Armada ecuatoriana de la época, estuvo comandado por un chileno, al igual que los ingenieros que estaban a cargo del resto de la flotilla. Este episodio olvidado de la política internacional chilena, de haberse producido la guerra, para bien o para mal, habría marcado fuertemente las relaciones chileno-ecuatorianas y chileno-peruanas y habría pasado a la historia como la vez en que chilenos y ecuatorianos enfrentaron codo a codo a los peruanos, como la vez en que algunos chilenos colaboraron con los ecuatorianos a la defensa de su país. En fin, se trata sólo de un hecho que pudo ser pero que no fue, y que incluso, tal vez existía la prohibición del Gobierno de Chile para que los integrantes de la Misión intervinieran en la posible conflagración.

3. Finalmente la guerra no estalló en aquel tenso periodo del arbitraje del Rey de España, y las negociaciones por la cuestión de los límites se iba a extender por un par de décadas más. Así, en 1924 se intentó un nuevo arbitraje, pero esta vez con los EE.UU como arbitro, pero dicho proceso también fracasó debido a que Perú se retiró “unilateralmente” de éste antes de su término. Luego de los dos procesos de arbitraje fallidos, el conflicto limítrofe terminaría siendo resuelto mediante la fuerza de las armas, cuando en 1941 Perú invadió a Ecuador ocupando gran parte de su territorio y en tal posición y bajo la amenaza de invadir Guayaquil, forzó al gobierno ecuatoriano a suscribir el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942, por el cuál Ecuador perdió gran parte de su territorio, viendo mermada de manera importante su cualidad de ser un país amazónico.

4. La gran diferencia entre el peligro de guerra en 1910 y la invasión peruana de 1941, es que a principios del siglo XX Ecuador sí se preparó para hacer frente a Perú en una contienda bélica, invirtió en armamentos, cañones y buques, preparó sus defensas y estaba reorganizando la Armada y el Ejercito. Lamentablemente, todo el trabajo, esfuerzo y dinero invertido en procura de tener unas Fuerzas Armadas que pudieran disuadir a Perú de invadirlos se perdió por la crisis política que desembocó en la guerra civil de Esmeralda y por la crisis económica que le siguió. Perú, por el contrario, continúo reorganizando y armando a sus Fuerzas Armadas, y en 1941 pudo invadir fácilmente a Ecuador, por cuanto su poder militar era abismalmente superior al ecuatoriano. Al parecer, Perú escogió muy bien la oportunidad para llevar a cabo su invasión; un Ecuador desarmado y todo el mundo preocupado por la II Guerra Mundial.


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