martes, 29 de abril de 2008

Misión Naval de Chile en Ecuador: Creación de la Escuela Naval de Quito

Otra faceta de la Misión Naval de Chile en Ecuador de principios del siglo XX fue su contribución a la creación de la Escuela Naval que se fundó –curiosamente- en la ciudad de Quito en el año 1911.

A continuación otro extracto del libro “La Armada en el Siglo XX” escrito por el Dr. Ocavio Latorre Tapia.

Capítulo II

La Escuela Naval de 1911

Poco sabemos de los preparativos de la apertura de la Escuela, pero no hay duda que el proyecto se llevo con rapidez, pues antes del año de la crisis con el Perú, la Escuela abrió sus puertas en Quito.

El Decreto del Presidente Alfaro del 9 de abril de 1911 publicado en el Registro Oficial dice así:

ELOY ALFARO PRESIDENTE DE LA REOPÚBLICA

Considerando:

Que es necesario, atendiendo al desarrollo que corresponderá en el futuro al Poder Naval del país, propender a la formación de Oficiales de Marina. Que es debido al clima, que interrumpe a menudo el buen funcionamiento de los estudios, no han dado buenos resultados los diversos cursos navales que se han establecido en Guayaquil.

Que mientras no cuente con buques de mayor porte, no podrá establecerse a bordo la Escuela Naval;

Que en la mayoría de los países del continente, la Escuela Naval funciona en tierra y en la Capital de la República;

Que la Ley de Presupuestos consulta fondos para la instalación de la mencionada Escuela;

Que es de toda conveniencia que esta funcione en Quito, desde donde la Instrucción Práctica de los Alumnos, cuando haya de efectuarse, puede llevarse a cabo con facilidad, atendida la rapidez de comunicación con Guayaquil y el Océano Pacífico.

DECRETA:

Art. 1º: Créase en Quito la Escuela Naval Militar destinada a proporcionar a sus Alumnos los conocimientos necesarios para su ingreso a la Marina de Guerra.

Art. 2º: El Ministerio de Marina dispondrá que, por quién corresponda, se redacte el Reglamento Orgánico del Establecimiento.

Art. 3º: Los gastos que demanden su instalación se aplicarán a la partida de cincuenta mil sucres, que se consultan en el artículo 298 de la Ley de Presupuestos.

Art. 4º: Servirá de base para la Escuela, el actual Curso Naval de Aspirantes que está funcionando.

Art. 5º Los señores Ministros Secretarios de Estado en los Despachos de Guerra, Marina y Hacienda, quedan encargados de la ejecución del presente Decreto.

Dado en el Palacio de Gobierno, en Quito, a nueve de abril de abril de mil novecientos once.

Eloy Alfaro

El Ministro de Guerra y Marina, F.J. Martínez Aguirre.

El Ministro de Hacienda, Luis A. Dillon.

Una Escuela Naval a los 2.800 metros de altura, ha causado cierta extrañeza, sobre todo, al comentar las adaptaciones a que se vieron obligados los dirigentes de la Escuela, como veremos enseguida.

En realidad esta experiencia sirvió para ubicarla después cerca del mar, pues el ambiente contribuye mucho a la formación de la juventud, sobro todo de aquella que debe forjar una “mística” que mueva el alma de un marinero.

El Capitán de Navío Rubén Morales, jefe de la Misión Naval Chilena y Jefe del Departamento de Marina del Ministerio de Guerra y Marina, fue nombrado Organizador y Director de la nueva Escuela y no hay duda que se entregó con mucho entusiasmo a la labor encomendada. Escogió un plantel muy selecto de profesores y colaboradores (ayudantes) entre los que merece anotarse, el Capitán de Fragata Rafael Andrade Lalama, el Teniente de Fragata Juan F. Anda y M., el Ingeniero Benigno Abad y posteriormente, el ingeniero Pedro Briones.

Mientras se organizaba en Quito el primer curso de la Escuela, con cadetes del Colegio Militar (llamado en ese entonces Escuela Militar), se abre un “curso práctico” de Guardiamarinas a bordo del “Torpedero Bolívar”, el 20 de marzo, bajo el mando del Capitán de Navío Oscar Ferrari (chileno), con los instructores siguientes, además del citado Comandante: Los ingenieros Pedro Briones y R. Espíndola, el Teniente de Fragata E. Cucalón, encargado de los Guardiamarinas y el Alférez de Fragata Agustín Pino Roca.

Los cadetes que ingresaron a la Escuela Naval eran cadetes del Colegio Militar en su último curso, lo que explica que fueran graduados como Alférez de Fragata, el mismo año de 1911. Los nombres de este grupo excepcional vale la pena consignarse, pues fueron los que impulsaron la marcha de la Armada en los próximos decenios. Fueron en total doce:

Jorge Sviarcovich, Carlos Ibáñez, Federico Mataus, Segundo Andrade, Arturo Escala, Atilo Vavanna, Teodoro Morán, Juan de la T. Constante, Julio Donoso, Enrique Pareja, Teodoro Brito, Alexis Saona y José Arturo.

Del grupo nombrado, los únicos que no lograron graduarse fueron: Federico Matus, Enrique Pareja (por enfermo), Alexia Saona y Arturo Escala.

El curso se inició el 21 de abril de 1911 con gran entusiasmo y dedicación promovido sobre todo por el Director Morales que veía en esa Escuela, la esperanza de una Armada renovada.

Quedaba por resolverse el problema del “curso práctico” a bordo del “Bolívar” pues, no podían mantenerse dos cursos paralelos. El Director de la Escuela insiste, obviamente, en la integración de los dos grupos. Así pues, los del grupo del “Bolívar” como se les dió a llamar, viajaron a Quito para continuar en la Escuela Naval, con el Capitán Andrade. Fueron ocho: Gustavo Monrroy, Víctor Neumane, Francisco Franco, Víctor M: Lanas, Gilberto Pazmiño, Edmundo Gaete y Eduardo Willey.

Lastimosamente, el grupo no se integró a la Escuela y surgieron dificultades. Veamos cómo explica el Comandante Morales en comunicación al Ministro de Guerra y Marina: “Entre los cadetes enviados del ‘Libertador Bolívar’ para la Escuela Naval, hay varios que reclaman se les considere en la misma categoría que tienen a bordo, es decir, su grado de Guardiamarinas y el sueldo de 50 sucres mensuales. Agregan que así se les manifestó en Guayaquil antes de zarpar para esta capital y que sólo en esta virtud aceptaron, etc. El infrascrito se resiste a creer que haya podido decirse a estos jóvenes semejantes cosas, pues es natural que si se les envía a una Escuela es para ser considerados como alumnos y no como oficiales. No conviniendo bajo ningún punto de vista que estos jóvenes queden en condiciones de superioridad con los demás del curso que está funcionando, conviniendo además que no se tengan alumnos sin su expresa voluntad, soy de la opinión, salvo el más acertado parecer del Sr. Ministro, que se les conceda la baja a cuantos solicitan, de los enviados del Bolívar, con la aclaración que ninguno de ellos será aceptado como Oficial a bordo, aunque sea propuesto para ello, pues es de la mayor conveniencia prestigiar la Escuela y que los sacrificios que hace el Supremo Gobierno sean aprovechados en la mejor forma”. (f) Rubén Morales.

“El grupo del Bolívar” regresó, pues, a Guayaquil y desaparece de la escena, menos Víctor Neumane y Eduardo Willey; Neuman se gradúa en un curso práctico en el “Bolívar” y prosigue en la Armada hasta 1914. Durante la campaña de Esmeraldas nos dejó su “Diario” que es una joya de estilo y valor histórico.

Eduardo Willey volvió a la Escuela Naval en 1913 y aparece en 1915 a bordo del “Constitución” con el grado de Alférez de Fragata.

La permanencia de algunos del “Grupo del Bolívar” se puede explicar por la carencia de Oficiales en los buques. Así lo indica el Comandante Ferrari al pedir el alta de los cadetes Neumane y Gaete (Oficios 3º Zona Militar 1911, Documento 23).

Quedan en la Escuela naval los 12 alumnos fundadores en un tren de trabajo duro y cada vez más intenso; una tradición que ha permanecido a través de los años.

El Comandante Morales dicta Astronomía y Navegación; Artillería y Balística, Hidrografía.

El Capitán Andrade Lalama dirige las asignaturas de Nomenclatura Marítima y Artillería, la de Metereología, la de Ordenanzas y Procedimientos Militares y Ejercicios.

El Ing. Abad (luego Briones): Trigonometría, Construcción Naval, Dibujo, Electricidad y Máquinas.

(...)

La Escuela Naval funcionaba junto a la “Escuela Militar” pero pronto presentó el Director la sugerencia de tener edificio propio. El 1º de junio, solicitó al Ministro el permiso para trasladar la Escuela al edificio donde funcionaba antes la Academia de Guerra del Ejercito, en el antiguo edificio “Olimpo” en la calle Ambato.

Para solicitar a Usted Sr. Ministro la correspondiente autorización, me he puesto de acuerdo con el Sr. Coronel Jefe de Estado Mayor General, con la próxima llegada del contingente de alumnos de Guayaquil, el traslado es de toda necesidad”.

Así pues, el edificio de la calle Ambato, al pie del Panecillo, fue la cede de la primera Escuela Naval en Quito. Era un edificio casi exclusivo para los cadetes, estaba cerca de la Escuela Militar de la Recoleta, pero tenía algunos inconvenientes: espacio para ejercicios militares y ..... náuticos.

La decisión de abrir la Escuela Naval en quito, a 500 kilómetros del mar y con cadetes en su último año de estudios (esencialmente náuticos) tenía que cobrar sus dividendos. ¿Cómo orientar las prácticas de navegación, de nomenclatura náutica, de construcción naval, etc., sin tener a la vista una verdadera nave?.

El Comandante Morales, que en un principio aceptó la idea de la creación de la Escuela Naval en Quito, tuvo que encontrar una solución “salomónica”, que para nosotros nos parece algo extraña: la construcción de un TERCIO DE BUQUE de cemento en una de las quebradas del Machángara, cercana al barrio la Magdalena.

El 17 de mayo solicitaba el Comandante Morales una asignación al Gobierno por la cantidad de 3.000 sucres para la obra que tendrá “un palo de maniobras”, y además instalaciones anexas... y que vendría a llenar una verdadera necesidad y servirá para ejercitar a los alumnos en cualesquiera de las Escuelas Militares y también para instalar en su palo, la antena de telegrafía sin hilo.

El tercio del casco de cemento se construyó efectivamente al Sur del Panecillo, como queda dicho, y costo en aquél tiempo 5.693 sucres, bajo la dirección de Mr. de Wind. Los trabajos comenzaron en junio, y aunque se urgía su terminación, el 9 de septiembre comunicaba el Comandante Morales que la obra estaría terminada en un mes y medio. “Los trabajos han marchado lentamente y cree (el Ing. de Wind) estarían terminados en un mes o mes y medio, sin que importe más dinero al Estado”.

Allí permaneció por muchos años, como un tributo a las adaptaciones forzadas, dadas las condiciones de la época. El sitio a sido ocupado por las nuevas urbanizaciones de Quito, la quebrada a desaparecido, por lo que no es posible sino imaginarse aquellas prácticas marineras en un buque de cemento, en medio de los Andes.

NUEVOS CONTINGENTES DE CADETES

La baja del “grupo de Bolívar” fue una pérdida sensible y por lo mismo urgía reclutar nuevos candidatos. El Director de la Escuela viaja a Guayaquil y convence a un buen número de alumnos de seguir la carrera naval. El “nuevo contingente” de alumnos de Guayaquil, como lo llamaba Morales, se redujo a dos que se presentaron en Quito: E. Solís y P. López, dos buenos candidatos, pero que tuvieron que retirarse de la Escuela, en septiembre del mismo año, por enfermedad.

Muchas admisiones de cadetes se efectúan sobre la marcha, debiendo hacerse adaptaciones de materias y clases extras.

En agosto de 1911 ingresa Pedro Valenzuela que servirá la Armada por varios años. En fecha no determinada aún, ingresaron Francisco Fernández Madrid, Pedro Darquea y Manuel Ma. Cevallos. El primero de los nombrados, era hijo del Capitán de Navío retirado, Francisco Fernández Madrid, de la alcurnia quiteña. Manuel Ma. Cevallos cursaba el último año de la Escuela Militar cuando decidió continuar en la Marina.

Pese al exiguo número de alumnos, el Comandante Morales se muestra siempre muy contento y optimista. “La Escuela esta en situación muy prospera, y en el presente año, podrá entregar al servicio de la Armada, un buen lote de Oficiales preparados”.

Una de las conveniencias de la presencia de la Escuela Naval en Quito es hacer conocer la Marina a las poblaciones de la Sierra y no se pierde oportunidad de proyectar su imagen. El Comandante Morales envía al Capitán Andrade a varias ciudades de la Sierra a reclutar alumnos para la Escuela. En la inauguración de la Estatua de Montalvo en Ambato, Morales envía a dos Cadetes y un Oficial para solemnizar tal evento.

No es de extrañar, por tanto, que la mayoría de los candidatos de la Escuela sean de la Sierra.

UN NUEVO SEMESTRE

El semestre termina la segunda semana de agosto y luego de unos días de vacación, se reinicia el nuevo curso, el 25 del mismo mes. La Escuela tiene 3 cursos y 18 alumnos distribuidos en la siguiente forma:

(...)

El contingente del sexto semestre significaba un gran impulso para la Armada por el número y por la preparación más estructurada. El Comandante Morales en su afán de unificar la formación de los Oficiales de marina objeta varias veces la continuación de los “cursos prácticos” que se mantenían en los buques.

Así, escribe al Ministro de Guerra y Marina, el 11 de diciembre de 1911:

Próximos a terminarse los exámenes de este Establecimiento (Escuela Naval) que proporcionará seguramente un número de Oficiales suficientes para las necesidades de la Armada, es conveniente, salvo su mejor parecer, que se notifique con tiempo a los actuales Guardiamarinas embarcados que deben ingresar a esta Escuela si desean seguir la carrera o solicitar la baja del servicio, en caso contrario. Los siguientes son los Guardiamarinas a que me refiero: Del “Libertador Bolívar” Eduardo Willey. Del “Cotopaxi” Alexis Saona y Juan Robalino. Del Puerto Punta de Piedra, Manuel Calisto” (f) R. Morales.

La medida se aplicó enseguida, es decir al iniciarse el nuevo semestre de 1912. Con todo, sólo se graduó como se dijo, el Alférez de Fragata Eduardo Willey y que se retiró de Alférez de Navío en 1915.

Los exámenes de graduación del curso de cadetes tuvieron lugar del 5 al 14 de diciembre con el Comandante Ferrari, del “Bolívar”, como delegado del Ministerio de Guerra y Marina.

El mismo Director R. Morales informaba al Ministro de los resultados finales de los cadetes que se graduaban:

(...)

Indudablemente constituía un grupo valioso de cadetes, la mayoría de los cuales iba a constituir un gran aporte para la Armada en los próximos años.

El Comandante Morales terminaba su comunicación con las siguientes expresiones optimistas:

Es la segunda vez, Señor Ministro, que tengo la satisfacción de entregar al servicio de la Armada, un contingente de Oficiales preparados y en condiciones de desempeñarse a bordo. Y este resultado se ha obtenido, sin gastos exagerados. Quedan así desvanecidas las informaciones publicadas en la prensa hace poco, más ignorantes que de mala fé, con que se pretendía desnaturalizar la obra de la Escuela y los fines que con ella persiguen. La educación de estos jóvenes apenas si cuestan al Estado DOS MIL SUCRES. Dios y Libertad, (f) R. Morales”.

Cuando R. Morales habla de “segunda vez”, indudablemente se refiere a la promoción del Marañón en 1907, en que también trabajo como instructor.

Terminaba, pues, un curso lleno de esperanzas. Los nuevos Alféreces fueron destinados a las diversas unidades.

Al “Bolívar” los Alféreces de Fragata: Fernández Madrid, Ibáñez, Sviercovich y Cabanna.

Al “Cotopaxi” los Alféreces de Fragata: Cevallos, Constante, Donoso y Andrade.

Al Fuerte y Escuela de Punta de Piedra, los Alféreces de Fragata Teodoro Brito y José Arturo.

El futuro de la Armada parecía asegurado, pues además de los grupos en formación, la nueva Escuela de Ingenieros Navales iba a formar grupos de técnicos para el cuidado de las unidades cada vez más complicada. La Guerra de Esmeraldas o Revolución de Concha, como también se la conoce, iba a poner en prueba los conocimientos y capacidades de los nuevos Oficiales y lo hicieron bien.

(Páginas 16 a 26).

Complementación:

Conforme reseña la página web de la Armada de Ecuador sobre la historia de la institución, El 09 de octubre de 1822, Simón Bolívar, firma el decreto que crea la Escuela Náutica de Guayaquil, la que funcionaria hasta 1830, cuando Ecuador se separó de la Gran Colombia. Durante todo el resto del siglo XIX, la Escuela Náutica funcionara de forma irregular, reabriéndose y cerrándose en reiteradas oportunidades.

En el capítulo, “La Escuela Naval en la República”, relata lo siguiente:

Al borde de la nueva centuria, la Escuela Náutica pasó a denominarse Escuela Naval. Así, el 24 de octubre de 1900, el Congreso expide un decreto para el reestablecimiento de la Escuela Naval en Guayaquil ‘autorizando al Poder Ejecutivo para reglamentar la reorganización del establecimiento y contratar personal docente necesario en las Marinas de Guerra de América y Europa’.

El 24 de Mayo de 1905, Alfredo Baquerizo Moreno, encargado del Poder Ejecutivo decreta el reestablecimiento de la Escuela Naval. Debido a la inestabilidad política, es necesario otro decreto con fecha 21 de agosto del mismo año. Funciona a bordo del buque escuela “Marañón”, siendo sus instructores oficiales chilenos bajo la dirección técnica del Capitán de Navío Carlos Fuensalida. Entre sus egresados sobresalieron Juan Francisco Anda y Diógenes Fernández, futuros capitanes de navío. El 20 de octubre de 1906, a bordo del “Marañón”, se organiza la Escuela de Ingenieros Navales.

El 1º de marzo de 1911, se inicia un curso de guardiamarinas a bordo del cazatorpedero “Libertador Bolívar”, a órdenes del Capitán de Fragata Óscar Ferrari (chileno). El 09 de abril del mismo año se decreta el reestablecimiento de la Escuela Naval Militar que funcionaria en Quito, debiendo trasladarse los aspirantes del curso del “Libertador Bolívar” a la capital para continuar sus estudios, lo cual originó un incidente por la resistencia al cambio. De todas maneras, algunos continuaron sus estudios a bordo del cazatorpedero, en calidad de guardiamarinas”.

Hasta acá abarca el periodo de la historia de la Escuela Naval de Ecuador y el aporte de la Misión Naval Chilena en su creación relatada por el libro extractado.

Prosiguiendo con la historia de la “Escuela Naval en la República”, según la página de la Armada de Ecuador:

En mayo de 1922, se reestablece la Escuela Naval a bordo del crucero “Cotopaxi” bajo la dirección del Capitán de Navío Rafael Andrade Lalama; en el año siguiente ingresa una decena de aspirantes y el 02 de mayo de 1924 entra Rafael Morán Valverde, héroe del Combate de Jambelí. Algunos grupos de jóvenes son enviados a Chile para cursar sus estudios navales.

El 4 de enero de 1936, Federico Páez, encargado del mando supremo de la República decreta el establecimiento de la Escuela Naval en Salinas, a bordo del buque escuela “Presidente Alfaro” para la práctica y viajes de instrucción. Fue nombrado Director de la Escuela y Comandante del buque escuela, el Capitán de Fragata Carlos Ibáñez.

En 1938 se gradúa en Chile un grupo semillero de nuestra Armada. Basta mencionar a César Endara Peñaherrera, organizador de la Armada de nuestros días; Manuel Nieto Cadena, primer contralmirante ecuatoriano, ambos héroes de Jambelí; y Ramón Castro Jijón, contralmirante y presidente de la Junta Militar de Gobierno en 1963.

En 1940-1941, algunos cadetes recibe, en Chile, el grado de alférez de fragata; en tanto que en Ecuador egresa un curso de pilotines, futuros oficiales reconocidos: Carlos Monteverde Granados, después Contralmirante de prestigio, y Capitán de Fragata Jorge Gome Castro”.

COMENTARIOS:

- Se debe recordar que antes que la Misión Militar Chilena se encargara de reorganizar la Escuela Naval de Ecuador en 1911 por iniciativa del presidente Eloy Alfaro, dicha misión –solicitada por el presidente Leonidas Plaza en 1905- ya se había encargado de reabrir la Escuela Naval que funciono a bordo del Buque-Escuela “Marañón” (Ex Transporte Casma) adquirido a Chile para tales fines. De los graduados en dicha escuela sobresalieron Juan Francisco Anda y Maldonado y los ingenieros Pedro Briones y Benigno Abad, los cuales continuaron sus estudios en Chile donde se destacaron. A su regreso al Ecuador, fueron nombrados por el Comandante Morales como profesores de la Escuela Naval de 1911 abierta en Quito, contribuyendo a la formación de los nuevos oficiales.

- Se debe también resaltar que cuando se estableció la Escuela Naval en Salinas en enero de 1936, fue nombrado como Director de la Escuela y Comandante del buque escuela el Capitán de Fragata Carlos Ibáñez, quién fuera uno de los 12 graduados de la primera generación de la Escuela Naval de Quito creada por la Misión Naval Chilena, quienes, como señala el autor del libro extractado, “fueron los que impulsaron la marcha de la Armada en los próximos decenios”.

- Incluso, como reseña la página de la Armada de Ecuador, en 1938 se graduó en Chile “un grupo semillero de nuestra Armada. Basta mencionar a César Endara Peñaherrera, organizador de la Armada de nuestros días”, lo que da cuenta que aún cuando la Misión Naval Chilena ya había finalizado su labor en Ecuador, los marinos ecuatorianos seguían viajando a Chile para continuar sus estudios navales, lo que es revelador de los estrechos y cordiales vínculos creaados.

- Los nombres de los oficiales chilenos que integraron la Misión Naval; Rubén Morales, Oscar Ferrari y Carlos Fuensalida, entre otros, se ganaron con justicia un pequeño sitial dentro de la historia de la Armada de Ecuador, y su trabajo, ya sea en los buques escuela “Marañón” y “Libertador Bolívar”, así como en la Escuela Naval de Quito, perduro en el tiempo a través de los guardiamarinas y oficiales que formaron, quienes, “impulsaron la marcha de la Armada en los próximos decenios”.

- Finalmente, luego de repasar lo hecho por la Misión Naval Chilena en Ecuador resulta fácil comprender los estrechos vínculos que ligan a la Armada de Chile con su símil de Ecuador; desde la reapertura de la Escuela Naval a bordo del buque escuela “Marañón” en 1905, la apertura del curso de guardiamarinas a bordo del Cazatorpedero “Libertador Bolívar” y la creación de la Escuela Naval de Quito en 1911, lo que sumado al continuo he interrumpido viaje de marinos ecuatorianos para completar su formación en Chile, constituyen hitos que han forjado verdaderos lazos de amistad entre ambas instituciones que han perdurado inalterables en el tiempo.

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